El mantenimiento preventivo profundo de un sistema de aire acondicionado tipo central comienza con la desconexión de la alimentación eléctrica y la preparación del área de trabajo para garantizar la seguridad y evitar daños en el entorno. Una vez asegurado el sistema, se procede a la revisión y limpieza de los filtros de aire, retirándolos para lavarlos con agua y jabón neutro y dejándolos secar antes de reinstalarlos. Posteriormente se realiza la limpieza de los serpentines del evaporador y del condensador, aplicando productos químicos adecuados para remover polvo, grasa y residuos, y enjuagando con agua a presión controlada para no dañar las aletas. La bandeja de condensados se limpia a fondo para eliminar sedimentos, lodo o moho, aplicando biocidas para prevenir malos olores y bacterias, y se asegura que el drenaje se encuentre libre de obstrucciones mediante sopleteo o lavado.
En paralelo se inspeccionan los ventiladores centrífugos o axiales según la configuración del sistema, limpiando aspas, revisando motores y rodamientos, y verificando la fijación de las piezas para evitar vibraciones. Se revisan las conexiones eléctricas en tableros, contactores, protecciones y tarjetas electrónicas, asegurando que no existan falsos contactos, sulfatación o sobrecalentamientos. El sistema de ductos también se inspecciona, verificando que no existan fugas de aire, obstrucciones o acumulación de polvo que afecten el flujo de aire.
En cuanto al circuito frigorífico, se mide la presión de refrigerante con manómetros, se inspecciona visualmente la tubería y se utilizan detectores electrónicos o soluciones jabonosas para descartar fugas. También se mide el consumo eléctrico de los compresores, ventiladores y bombas asociadas, comparando los valores con los parámetros de operación nominales. Se controla la temperatura del aire de retorno y de suministro, verificando que el diferencial se encuentre dentro del rango adecuado para confirmar el rendimiento de enfriamiento.
Al finalizar la limpieza y las inspecciones, se reconecta la alimentación eléctrica y se enciende el sistema para realizar una prueba de funcionamiento completa. Se verifica que el aire acondicionado central enfríe de manera uniforme, que el flujo de aire en los ductos sea constante, que no existan fugas de agua en el drenaje y que no se presenten ruidos, vibraciones o fallas de arranque. El proceso concluye con la documentación de todas las actividades realizadas, los parámetros medidos y las recomendaciones correspondientes para el cliente, con el fin de garantizar la eficiencia y prolongar la vida útil del sistema.